Es imposible vivir la vida cristiana aislado de otros creyentes. Como seguidores de Cristo necesitamos la ayuda de los demás para crecer en nuestra fe. Nuestra relación con Dios está relacionada directamente con nuestra relación con otros hijos de Dios. Por lo tanto, la comunión entre creyentes es un elemento esencial para los cristianos.
Hay personas que creen que pueden seguir a Jesús y no asistir a ninguna iglesia. Algunos incluso piensan que por escuchar mensajes en la radio o verlos en la televisión, ya no necesitan congregarse con otros creyentes. Estas actitudes son erróneas y no reflejan el plan de Dios para sus hijos. La información no es suficiente para que un uno sea un mejor seguidor de Jesús; el roce con otros seguidores es imprescindible. Hebreos 10:19-25 nos describe la necesidad que tenemos de otros creyentes para ayudarnos a fielmente seguir a Jesús:
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazonesde mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca
A través del sacrificio de Jesucristo en la cruz los seres humanos podemos comunicarnos con el Creador del universo. El único requisito es tener fe en Jesús. La relación entre Dios y sus hijos no está determinada por lo que nosotros podamos hacer sino por lo que hizo Jesús por nosotros. Él es nuestro mediador para entrar en la presencia de Dios, el Lugar Santísimo. Por la gracia de Dios, los cristianos tenemos una relación personal y directa con Dios a través de Jesucristo.
Como seguidores de Cristo, nosotros tenemos el compromiso de mantenernos firmes en nuestra fe. En Jesús tenemos la esperanza de la vida eterna en su presencia. Nuestro andar como cristianos está basado en la fidelidad de Dios para cumplir sus promesas. Cada uno de nosotros debe ocuparse de que su relación con Cristo no sea fluctuante. Así que, todos, de manera individual, somos responsables de hacer crecer nuestra propia relación con Dios.
Sin embargo, como cristianos también tenemos la responsabilidad de animarnos unos a otros. Debemos estimularnos para actuar correctamente de acuerdo a los estándares divinos. La palabra “considerar” nos da la idea de mantener la clara intención de buscar que nosotros y los demás se comporten guiados por el amor. La vida cristiana debe vivirse en comunidad. Sólo así, podemos agradar al Señor y madurar en nuestra fe.
El propósito principal de reunirnos como hijos de Dios es exhortarnos unos a otros. La iglesia no es un edificio sino la congregación de cristianos. Los cristianos deben reunirme para animarse en su fe y estar preparados para la venida del Señor. Si alguien asiste a un servicio en una iglesia cristiana pero no relaciona con otros creyentes para exhortarse unos a otros, entonces esta persona no ha cumplido el propósito de la reunión. No importa que haya escuchado un mensaje o cantado alabanzas. Los cristianos necesitamos el estimulo de los demás creyentes para ser buenos seguidores de Cristo.
Durante la semana, ¿qué hace usted para mejorar su relación con Jesús? El fin de semana cuando se reúna con otros creyentes, ¿a quién necesita animar en su fe? La vida cristiana se vive en comunidad. Es imposible agradar a Dios y estar aislado de otros cristianos. No importa que lea libros, escuche programas de radio o vea mensajes por televisión. Por lo tanto, no deje de congregarse con otros hijos de Dios.