Al escribir estas líneas (2008) me encuentro en la Gran Bretaña en donde he pasado casi tres semanas en un viaje de estudios en donde además he estado enseñando un curso sobre el ministerio educativo. Un grupo del seminario bautista Southwestern hemos tenido la oportunidad de hospedarnos en Oxford y de visitar varios lugares importantes para el cristianismo en general y para los bautistas en particular. El viaje de hoy me ha dejado muy impresionado no tanto por los lugares que visitamos sino por el testimonio de que Dios hace proezas cuando personas se dejan ser usadas por Él a pesar de vivir en localidades pequeñas y carecer títulos o nobleza.
En el pueblo de Moulton en Inglaterra se puede visitar un pequeñísimo taller de zapatos a un lado de una iglesia. La iglesia bautista lleva el nombre del artesano que trabajó en ese taller y que por un tiempo corto fue su pastor. William Carey era un hombre de pequeña estatura y ministro de una pequeña iglesia pero se convirtió en uno de los misioneros más grandes de la historia y el padre del movimiento misionero bautista.
A pesar de carecer de educación formal avanzada, William Carey aprendió por sí mismo griego y hebreo y tradujo la Biblia a muchos idiomas en la India. Carey viajó a ese país dejando atrás todo para alcanzar a la India con el evangelio de Jesucristo. En la época de Carey (1761-1834) muchos cristianos pensaban que no era necesario predicar el evangelio ya que Dios se encargaría de salvar a sus elegidos de todas maneras. Sin embargo, Carey entendió que como cristianos todos tenemos el mandato de evangelizar y él decidió poner el ejemplo.
La frase que resume el ministerio de William Carey es “espera grandes de cosas de Dios e intenta hacer grandes cosas por Dios” (expect great things from God, attempt great things for God). Carey entendió que nuestro Dios es majestuoso y que desea lo mejor de nosotros. Pero es importante recordar que es Dios el que hace las obras y no nosotros por nuestras fuerzas.
En ocasiones somos nosotros los que le ponemos límites al soberano Dios del universo. Debemos siempre recordar que Dios siempre está con nosotros y que para Él no hay imposibles. No existe ningún problema o circunstancia más grande que nuestro Dios. Recordar esta verdad nos da tranquilidad de saber que al estar en las manos de Dios estamos en buenas manos. También debemos estar conscientes que Dios merece nuestro servicio con excelencia. Esto nos debe animar a ser visionarios aún en medio de la oposición.
William Carey no vivió en un palacio o en una ciudad grande como Londres pero dejó una profunda huella en el reino de Dios con su ministerio. Muchas personas escucharon el evangelio y otros decidieron imitar su ejemplo. Carey era solamente un zapatero pero Dios lo usó de una gran manera. Su frase “espera grandes de cosas de Dios e intenta hacer grandes cosas por Dios” me ha motivado y espero a usted también a recordar que para Dios no hay imposibles cuando dejamos que Él obre a través de nosotros.